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jueves, 12 de junio de 2008

El Bon-Sai nostálgico


Un día llegó a vivir en la terraza un Bon-Sai. Venía de China y el largo viaje que había hecho lo dejó muy cansado.
Además durante el viaje y luego al llegar a Bélgica, no le habían puesto suficiente agua y muchas de sus hojitas las había perdido.
Su nueva dueña lo había regado y limpiado y ya después lo colocó en el marco de la ventana de la terraza, justo en el medio de un Geranio y una Siempreviva.

El Bon-Sai suspiro apenado al verse en ese lugar tan extraño y ajeno a él.

Al pasar los días pudo comenzar a sentirse mejor, porque el viento del bosque, el canto de los pájaros y la compañia de las demás plantas lo hacían sentirse menos solo y triste, pero seguía estando en sus ojos una sombra de melancolia.
No dejaba de pensar en su país, en los cerezos en flor, en los lotos del estanque, y en el sonido del Gong que lo hacía meditar y remontarse a lejanas regiones que sólo en sueños se pueden visitar.

Y entonces una lágrima de cristal rodó por su tronco retorcido hasta parar a sus pies, donde fue absorbida por la tierra.
El geranio que era muy observador, y que hasta ahora había guardado silencio, se atrevió a preguntarle:

_ Qué te pasa Bon-Sai? Por qué estás tan triste?

_ Hola Geranio! dijo el Bon-Sai, disculpa mi tristeza pero es que no me adapto a este país. Extraño mucho mi tierra, sus olores, sonidos y naturaleza. Siento que voy a morir de tristeza aquí y cubrió su rostro con sus ramitas para que el Geranio no le viera llorar.

_ Ahhh......dijo el Geranio, bueno no todo es tan malo, entiendo tu nostalgia pero todos en esta terraza hemos venido de otros sitios, algunos en semilla y otros aunque hemos nacido aquí provenimos de raices lejanas.

Fíjate, el Ají Dulce Venezolano, él llegó en semilla con algunas de sus hermanas, pero cuando fue sembrado sólo él germinó, y fue creciendo solo, aunque claro al lado nuestro, y también como tú no dejaba de pensar en el Mar Caribe, en las palmeras de sus costas y en el sol tropical de su tierra, pero se consoló cantando una canción que recordaba de allá y que a nosotros nos encanta.

Si miras en aquella maceta verás al Perejil, antes era un perejil amargado, se la pasaba de mal humor, protestaba por todo, el proviene de Holanda y allá estuvo en semilla junto a los más bellos tulipanes, lo que lo hacia extrañar su tierra y lo volvió muy presumido, pero un día sufrió mucho con una tormenta y entonces comprendió que aquí estaba su lugar entre nosotros y ahora hasta canta de vez en cuando a coro con el Aji Dulce. A veces nos concentramos tanto en nosotros y nuestras tristezas que creemos que nadie más las padece. Y no es asi.

Te fijas que no eres el único?? dijo el Geranio, vamos hombre ánimate, ya verás como pronto te acostumbras a nosotros y te sentirás feliz.

Hummmmmm.......sniffffff......suspiro el Bon.Sai.......no muy convencido con las palabras del Geranio.

Al otro día amaneció radiante con un lindo sol, las rosas Bárbara y Pulgarcita habían abierto sus capullos, y ahora tenían unas lindas rosas que decoraban su peinado. Y las flores rosadas de los Geranios, estaban muy contentas y se peinaban la cabellera rozándose unas con otras. Y más alla, el Aji Dulce desperezándose, comenzó a estirar sus hojas y a cantar su canción preferida, a lo que el Perejil Feliz se le unió haciendole coro: " Al árbol debemos solícito amor, jamas olvidemos que es obra de Dios, etc...."
Entonces la planta de Siempreviva que estaba al lado del Bon-Sai le dijo:

_ Buenos Dias Bon-Sai !! yo por lo general no hablo mucho, pero hoy me siento muy animada y me gustaría que fueramos amigos y que me contaras historias de la China, de sus plantas, de sus aromas, de sus sonidos, de sus aves....

Entonces todas las demás plantas que lo habían escuchado, gritaron a coro; Siiiiiiiii !! por favor Bon-Sai cuéntanos, anda cuéntanos, mientras aplaudían entusiasmadas con sus manitas de hojas.

El Bon- Sai se sintió feliz de que sus amigas y compañeras de terraza quisieran saber de su país y su cultura, y entonces les dijo que sí, que encantado les contaria historias de la China milenaria, asi podría cada día recordar a su tierra y además les enseñaria a las demás plantas lo bello que es nunca olvidar los orígenes, mientras se conserve el amor en el corazón, a pesar de lo lejos que podamos estar .

Y asi cada día desde entonces, en la mañana muy temprano, todas las plantas hacían silencio, para escuchar al Bon-Sai, quien encantado comenzaba su historia: "Sucedió una vez allá en la remota China, que un Cerezo......."

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